Valentino se ha desmarcado de su apuesta segura hacia el rojo, y nos traslada a un mundo de fantasía, lleno de animales, colores, texturas y motivos florales.
Fantástico ha sido el inicio del desfile. La aparición del primer vestido hecho de tul con la partitura de La Traviata impresa en el bajo del vestido, y al mismo tiempo sonando la misma ópera de Guiseppe Verdi ha dejado entrever el brillante desfile que nos deparaba.
Como ya explicaron los diseñadores Maria Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli, la ópera italiana les ha servido de inspiración con vestidos que recuerdan a los trajes de las bailarinas del Lago de los Cisnes -con cientos de plumas cosidas a mano-.
En esta ocasión también se han visto mariposas en la pasarela como ya hizo Jean Paul Gaultier en su desfile, pero esta vez para dar tributo a Madame Butterfly. Pero aquí no termina la inspiración. Los diseños inspirados en África y toda su fauna hacen un guiño a otra ópera de Verdi, Aida.
Colores tierra, gris y verdes ha sido la paleta de colores que ha utilizado Valentino; y el tul y las transparencias han sido los tejidos más repetidos de la colección. Las capas, se tardaron más de 1300 horas por hacerse. Pero el público es sabio y aplaude por todo el trabajo y el resultado logrado. Quizá, uno de los vestidos más aplaudidos haya sido el vestido que se inspiró en Lady Macbeth en tul y con oro Céltico bordado sobre la parte delantera y trasera del vestido; y el vestido tutú negro inspirado en Rossini.
Unos delicados y sugerentes vestidos donde la genialidad de Valentino ha quedado otra vez inmortalizada para la posteridad.